Conceptualizacion de Valores
Comenzamos a tener valores cuando somos niños. Primero
aprendemos a tener aprecio por las cosas que satisfacen nuestras necesidades
básicas, pero valoramos especialmente a las personas que nos las proporcionan.
Su comportamiento hacia nosotros se vuelve la principal referencia de lo que es
valioso.
Por esta razón, nuestro carácter y personalidad se moldea
con las actitudes y comportamientos de las personas que nos crían, bien sea los
padres u otros familiares. Sus conductas tienen el principal peso de lo que
después se convierte en nuestros principios y creencias personales más
importantes.
Aprendemos a valorar el fondo y la forma de todo lo que
ellos dicen y hacen, así como lo que dejan de decir o hacer. Cada gesto o
comentario tiene una gran influencia en la formación de nuestro juicio y
aprendemos también a diferenciar la teoría y la práctica de los valores. Esto
último es lo que más nos marca.
Así que la consistencia y la coherencia en el comportamiento
de nuestros padres es lo que le da solidez a nuestra formación. Si ellos hacen
lo que dicen nuestra personalidad será más fuerte que cuando ellos no practican
lo que pregonan.
Más adelante, cuando nos volvemos estudiantes, comenzamos a
sentir presiones sociales y presión de valores diferentes a los nuestros, a
través de la relación con otras personas. Se pone a prueba la fortaleza de los
valores que formamos con nuestros padres.
Se suele confundir valores con hábitos, y muchos padres
aspiran que el colegio forme los valores que no fueron formados en la casa. Eso
no es posible, simplemente porque el colegio no satisface necesidades básicas de
vida, esa es responsabilidad de las personas que nos crían.
Los maestros, líderes y modelos de valores en el colegio,
tienen la posibilidad de reforzar lo formado en el hogar, pero no sustituirlo.
Si las convicciones que se forman en la casa no son sólidas, pronto se verán
expuestas a una intensa competencia social con otras creencias.
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